31 de marzo de 2014

Una conversación de culpa

(lo que sigue es una experiencia de una sesión de coaching, descrito por la persona-coachee)


"Dos sillas, en una estoy sentada yo de carne y hueso, soy Doña Reproches. En frente, la otra silla donde mi esencia de Yo Acusada aguanta el tirón y recibe sin pestañear (no way!) todo lo que la Doña quiere escupir:
  • ¿Cómo has podido ser tan irresponsable?
  • ¿Cómo no has sido capaz de prever lo que venía?
  • ¿Cómo te has atrevido a divorciarte y a poner en peligro la economía familiar sin pensar primero en las necesidades de tus hijos?
  • ¿Cómo has sido capaz de disfrutar el momento, con viajes, óperas, teatros, aventuras… sin administrar y asegurar el futuro? ¿No te da vergüenza tu exhibicionismo?
  • ¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte con esta situación ante tu familia? Tus hermanas desde bien niñas trabajando y estudiando para colaborar entonces y afrontar lo suyo después, ¿y ahora qué? ¿Tienen que ayudarte a ti? ¿Otra vez? ¿Y tu madre? ¿Y tú hermano? Todos pendientes de ti porque no has sabido gestionar con madurez tu vida…  ¡Ya te vale!
  • Y encima te permites el lujo de deprimirte, cuando en realidad lo que tienes que hacer es apretar los dientes y solucionar el problema ¡Ya!
  • A lo hecho… ¡pecho!
Después de semejante vómito me siento más aliviada…

Lo próximo es sentarse en la otra silla, “ciénaga” que he construido sin piedad hace unos instantes. Área que todavía concentra cierta energía envasada al vacío que se me presume ¡una bomba!

Me quedo incrustada en mi primer puesto, inmóvil, centro todos mis sentidos en mi próximo trono…, no me seduce en absoluto el cambio pero por mucho que me resista…

Bebo un botellín de agua casi de un trago y como si hubiese apurado la última gota de alcohol de mi existencia, salto al ruedo…

Tomo asiento y como soy bastante resiliente prefiero pensar que no se está tan mal…, Enseguida acomodo mi físico pero me cuesta un poquito más vestirme de Yo Culpable teniendo que asumir lo reprochado por la Doña…, hago un pequeño ejercicio mental de aceptación y lo consigo. Tampoco ha sido complicado.

Pero sé que lo siguiente no va a ser tan fácil. ¿Cómo argumento con fundamentos sinceros y convincentes, mi defensa?

Yo Acusada en carne y hueso:
  • Me considero una persona muy responsable y siempre asumo y afronto lo que proceda.
  • He dedicado muchas horas a mi familia, según mis posibilidades, implicándome con las necesidades que unos u otros pudiesen demandar.
  • He estado ahí, la primera, en los momentos más difíciles
  • Soy cariñosa y fuerte, cualidades que reconfortan al necesitado. También he sido optimista y animosa, y a la hora de remangarse en primera línea…
Todo este reconocimiento me ha ayudado a ser justa y amable conmigo misma. Aunque yo en este momento necesite un apoyo económico familiar, no es ni más ni menos que cualquier apoyo que yo he podido ofrecer en alguna otra ocasión. No debo sobrevalorar el dinero ahora que no lo tengo porque cuando lo tenía era muy consciente que no era precisamente el dinero el que ayudaba en ciertas circunstancias, sino el amor, la entrega, la comprensión, la compañía…, tantas y tantas cosas que no son el dinero, que estoy siendo muy injusta conmigo si pienso que el esfuerzo que hace mí familia en estos momentos es mayor. Sé que no, muchas veces es el tiempo el que puede considerarse un gran valor a compartir.

Después de terminar en el trono Yo Culpable vuelvo a mi silla inicial. Para comprobar si siento las mismas vibraciones que al principio, cuando estaba de “Maridoña”…

Cerré los ojos y en un breve instante de recogimiento sentí una fusión cariñosa y reconfortante en mi plexo solar, visualizaba una bola como de fuego que no quema, pero baila… roja, naranja y amarilla… yo era UNA, no había conflicto, ni desajuste. Toda la distorsión y desconcierto que presentaba al comienzo se había esfumado, se habían fundido y fusionado en mi bola mágica para transmutarlo en un sentimiento poderoso y único de Amor ¡hacia mí! Sentí de repente ¡cuánto se querer! y cuanto agradecía verter ese “querer” en Mí.

Fue maravilloso…

Recogí esa sensación... y la guardaré con mimo y celo para que cada vez que sufra algún momento difícil, triste o desorientado pueda refugiarme y abrazarme muy fuerte a la bola mágica de mi amor que no quema, pero baila... roja, naranja y amarilla...

No hay palabras, fue una experiencia vivida tan bonita… había mucha energía, hacía mucho calor, fue como poner en marcha ¡un generador!

Los días posteriores a esto disfruté de una paz interior que hacía mucho tiempo que no sentía. Y sí, aunque el lunes fue un día de tambaleo por una noticia inesperada, lo toreé bastante bien y…, que me quiero y estoy encantada de quererme."

(anónimo)

No hay comentarios: